Rosa Cáceres
obtuvo la licenciatura de Filosofía y Letras, en la
Universidad de Murcia, y su tesis versó sobre caracteres
femeninos en Galdós, ya que siempre fue y sigue siendo
una apasionada de la novela psicológica como puede
apreciarse por los trazos de las breves pinceladas con las
que nos introduce en su círculo vital.
Mi nombre completo es Rosa María Eugenia Cáceres
Hidalgo de Cisneros. Pero firmo mis obras como Rosa Cáceres,
por abreviar. Llevar el apellido Cáceres me llena de
orgullo y de un indefinible cariño por toda Extremadura
desde siempre.
Nacida en Murcia, de padres cartageneros, supongo que se puede
decir de mí que soy también oriolana por matrimonio,
por residencia y por lugar de trabajo. Orihuela, la tierra
de Miguel Hernández, imprime su huella poética
en cuantos respiran su aire.
Sin embargo, el gentilicio que me definiría del todo
no existe, porque yo soy una nefelibata, es decir, una de
esas personas soñadoras que andan en las nubes. Me
siento extranjera en mi tiempo y extranjera en casi cualquier
tierra. Y debo decir que, aunque no resulte muy simpático,
Orihuela no es una excepción. Puede, por tanto, que
yo sea una oveja negra en este grupo de “artistas locales”,
si es que puede aplicárseme el apelativo de “artista”,
que esa es otra. Además, soy muy independiente y bastante
insociable ¡qué le vamos a hacer!
He residido en varios lugares de la geografía española
y he constatado que por muchas tierras diferentes en que se
pueda habitar, la verdadera residencia de cada uno de nosotros
está en su interior y que hay personas que viven en
su mente y personas que viven en su corazón, pero siempre,
siempre, muy adentro de su propio ser. Eso es lo que determina
que el metal de que cada uno está hecho se revele al
fin, sin más remedio. Pero algunas veces el aire de
una ciudad templa el metal y le da sonido, como si de una
campana se tratara. El aire de Orihuela “hace”
poetas. No lo soy yo, en verdad, aunque sé descubrir
ese rasgo en esta tierra de Miguel Hernández…y
de tantos otros. Creo que la densidad de poetas por kilómetro
cuadrado es muy notable en esta vieja ciudad, en que las calles
y las plazas conservan ecos líricos que se renuevan
al paso de los nuevos creadores de belleza en palabras. |