|
Te
pido que no dejes a mi copa vacía
¡Que este divino néctar que acompaña mis
horas
permanezca conmigo, en la noche y el día,
y el amor me alimente con la fuerza de ahora!
Te pido que me alientes en la constante lucha
para que crezcan fuertes mis retoños de vida,
para que se disipe, en aquel que me escucha,
cualquier malentendido, o el dolor de una herida.
Te pido que mi afecto nunca se vuelva helado
para toda persona que de mí necesita,
que el amigo me encuentre siempre firme, a su lado,
en los momentos tristes, cuando el llanto palpita.
Te pido que los años me brinden sólo canas,
que avejenten mi cuerpo y me arruguen la piel,
pero que me enriquezca en acción y en mañanas,
mientras de mi clepsidra, la gota sepa a miel.
Te pido que me enseñes a no atarme a las cosas,
también que no me falten dignidad ni conciencia
cuando los golpes crueles que tú guardas, celosa,
se abatan sobre mí, al fin de mi existencia!
|