UN
BAÑO DE BURBUJAS REVELADOR |
Randy
estaba tomando su baño de burbujas como lo hacía
cada vez que se sentía ansioso y fuera de balance emocional.
A él le gustaba poner agua caliente en la bañera
y echarle gelatina natural de burbujas de baño. Los
colores y olores de las frutas eran las burbujas de su preferencia.
Él siempre tenía gelatina natural de melocotón
o mango en su baño. Ese día eligió mango.
Cuando entró en la bañera, el agua caliente
llenaba la tina por la mitad. Las espumas cubrían toda
la porción superior de agua y el olor a mango se expandía
por todo el baño. Se sentó y entonces se recostó
para sentir las burbujas y el agua caliente cubriendo todo
su cuerpo. Como quería sentirla sobre su cabeza y su
cara, se echó agua varias veces y se lavó la
cara con las espumas. Entonces se estiró y se dejó
ir como si estuviera flotando en el océano distante.
Con sus ojos cerrados se imaginó que su cuerpo flotaba
en el inmenso mar acariciado por los vaivenes de las olas
y las deleitosas pulsaciones de la brisa marina tocando su
piel. Sintiéndose relajado, trató de meditar
en las realidades que deseaba atraer y crear en su vida.
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Pero
había entrado en un nivel tan profundo de relajación
que se quedó dormido. Entonces empezó a soñar.
Soñó que estaba en un lugar paradisíaco.
Su única vestimenta era un taparrabos hecho de hojas
de mango que cubría la porción de su pene por
delante y las líneas divisorias de sus nalgas por detrás.
En su sueño, se vio caminando solo en ese hermoso lugar
lleno de todas clases de frutas deliciosas, de todos los tipos
de vegetales, de todas las categorías de aves y animales
domésticos.
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El lugar le pareció tal y como la Biblia describe el
paraíso perdido en el libro del Génesis. De
pronto, algo mágico sucedió. Notó que
en ese lugar las cosas sucedían con tan solo pensarlas.
Que el pensamiento tenía el mismo poder para crear
y atraer realidades que el que tenían los dioses que
se describen en los libros antiguos, o los personajes en los
cuentos de hadas. Pensar y tener lo pensado eran las mismas
cosas. Él se dio cuenta de esa realidad cuando pensó
que le gustaría comerse una guayaba y tan pronto lo
hizo, la guayaba le bailaba enfrente de su cara. Cuando esto
sucedió la primera vez, él se asustó
y creyó que algo andaba mal con "su cabeza".
Que estaba viendo visiones o alucinando como consecuencia
de la mucha meditación. Y trató de evadir la
guayaba que seguía bailándole enfrente de la
cara y persiguiéndolo a donde quiera que él
se dirigiera. Para comprobar que no era un acto de "ilusionismo
inducido", extendió la mano derecha y trató
de agarrar la guayaba. Allí estaba la guayaba, en sus
manos. Él la examinó minuciosamente, la olió,
la palpó. No cabían dudas de que era una guayaba
real. Le dio una mordida para probar el sabor. Sabía
a guayaba dulce, jugosa, suave. Se la comió entera
y entonces pensó en un mango. No terminaba su pensamiento
en la palabra "mango" cuando un suculento, grande,
jugoso mango maduro se movía entre sus ojos. Lo tomó
y también se lo comió. Se sentó a reflexionar
qué dejaría entrar en su mente mientras terminaba
de comerse el mango. Usaba su mente con cuidado no fuera a
ser que provocara un desastre atrayendo cosas innecesarias.
Miraba para el suelo tratando de distraerse e imaginó
una hormiga, y otra, y otra... Cuando volvió en sí,
sus pies estaban cubiertos de hormigas inofensivas. Se paró
y empezó a caminar tratando de vaciar su mente. Pero
sus pensamientos seguían fluyendo. En solo segundos,
tenía todas clases de frutas danzándole enfrente.
Después empezaron a llegar animales de todas las especies
poniéndose a su servicio como si él fuera el
rey del paraíso recuperado. Cuando los acontecimientos
empezaron a abrumarlo de tal forma que estaban fuera de su
control, recordó que él estaba tomándose
un baño de burbujas y que lo que estaba sucediendo
era un sueño. Tan pronto tuvo ese pensamiento, despertó
dentro de la bañera con el agua aún caliente
y llena de espumas olorosas a mango. Sonrió al recodar
su sueño y continuó meditando.
Llovía copiosamente. El escuchaba las gotas de agua
caer sobre la ventana que quedaba detrás de la bañera.
Cuando trataba de regresar su mente a la meditación
acostumbrada en su tiempo de baño, escuchó que
alguien tocaba a su puerta. Era sábado, su día
de descanso, y él no tenía cita con nadie. Llevaba
varios años viviendo solo. Se había divorciado
hacía cinco años, y decidió conocerse
a sí mismo antes de empezar una relación romántica
con otra persona. Además, había decidido escribir
varios de los libros con las ideas que fluían en su
imaginación fecunda. Desde niño quiso ser un
escritor. Había escrito cuentos, novelas, ensayos,
pero no había publicado nada todavía. Había
decidido tomar su escritura en serio, y para eso "se
necesita tiempo", decía constantemente.
Ese fin de semana tenía dos libros de cuentos para
terminar. Quiso ignorar a quien tocaba a su puerta, pero seguía
persistiendo. Decidió levantarse con cuidado y mirar
para ver quién era. Sus ojos no creían lo que
vio. Era una amiga que conoció en el parque durante
sus caminatas matutinas y vespertinas. Siempre trotaban a
las mismas horas. Al final se sentaban y conversaban sobre
todas las cosas, reían, dialogaban de sus sueños
y fantasías. Ella también era una escritora
en cierne. Tampoco había publicado, pero ya tenía
varios libros de cuentos, novelas y ensayos terminados.
No tenía alternativas. Debía abrir. No recordaba
que habían intercambiado teléfonos y dirección.
Además, ella vivía a dos cuadras de su apartamento.
Él nunca pensó que ella se aparecería
sin llamar, y menos un sábado. Le había comentado
que ese fin de semana tenía dos libros para terminar.
"Espérate,
Sonia'", le dijo. Y corrió a ponerse
algo de ropa. Cuando abrió la puerta, allí estaba
Sonia con su laptop.
"Hola, Randy", dijo y lo saludó
con un beso en la mejilla. "Aquí
huele a mango", expresó mientras se
sentaba en el sillón. "Me
daba mi baño de burbujas. Ya sabes cómo me gusta,
y me relaja antes de escribir" respondió.
Los ojos de Sonia brillaron. La próxima escena de la
novela que escribía describiría a dos amigos
no románticos tomando un baño de burbujas
juntos, mientras conversaban de literatura. El recordó
que ella le había comentado de esa escena que escribiría
muy pronto. "Ya
sé que escribes este fin de semana. No te interrumpiré
para nada. Yo solo quiero escribir aquí contigo. Me
siento un poco sola", dijo Sonia. "Nos
inspiraremos los dos", enfatizó. Pensó
en volver al baño, pero no sabía cómo
manejar esa situación. "No
te preocupes. Regresa a la bañera y termina tu baño
de burbujas. Yo me quedo aquí escribiendo",
dijo Sonia.
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El regresó
a la bañera. Todavía estaba tibia y espumosa.
Dejó la puerta del baño semiabierta y se metió
en el agua. Su cuerpo se relajó al sentir las burbujas
de mango besar su piel húmeda. Respiró profundo,
y empezó a meditar de nuevo. Con los ojos cerrados,
se imaginó que regresaba al mismo lugar de sus sueños
anteriores. En unos minutos se durmió. |
De
nuevo se vio en ese lugar rodeado de delicias inimaginables.
Y allí estaba Sonia.
Estaba
vestida solo con un pantis rojo muy pequeño y transparente.
Ella le sonrió. "¿Qué
haces tú aquí en mis sueños?",
le preguntó. Ella le dio una mirada picaresca mientras comía
frutas.
"Solo
vine a bañarme contigo. Empecé a escribir mi escena
de la novela donde dos amigos no románticos se dan un baño
de burbujas. Lo experimento por mí misma mientras escribo",
dijo. En ese instante despertó. Lo que sus ojos vieron lo
dejó atónito y sin palabras. Se puso nervioso y temblaba.
Las palabras no le salían y no sabía qué decir.
"No te preocupes dijo Sonia. "No
va a suceder nada. Solo somos dos amigos no románticos que
se dan un baño de burbujas juntos" continuó.
Se quedaron tranquilos por un rato disfrutando de las burbujas que
jugaban con sus cuerpos. La bañera era amplia, pero en ocasiones
sus piernas se rozaban. "Meditemos
y relajémonos por un rato", dijo él.
Cerraron los ojos y empezaron a meditar y a relajarse. El recordó
que tenía una música apropiada para esa ocasión.
Pensó en levantarse, pero estaba totalmente desnudo y la
toalla estaba lejos. "¿Tienes
música de meditación y relajación?"
preguntó Sonia. El asintió con la cabeza. "Dime
dónde está. Yo las pongo en el tocadiscos
verbalizó Sonia. "Hay
varias dentro del tocadiscos", respondió
temeroso. Ella se levantó con toda naturalidad. Solo llevada
unos pantis rojos transparentes y pequeños, los mismos que
había visto en su sueño. La música empezó
a sonar suave llenando el apartamento de quietud, calma y un espíritu
exuberante de felicidad. Sonia regresó a la bañera
y se sentó relajada. Él la veía tierna, dulce,
como un ángel caído del cielo. Se quedaron en silencio
escuchando la música y disfrutando las burbujas que cubrían
sus cuerpos con olor y sabor a mango. Luego, los dos se durmieron
relajados con sus cabezas recostadas en las paredes de los extremos
de la amplia bañera.
Cuando despertaron, la música todavía llenaba el apartamento.
"Voy
a escribir la escena de la novela", dijo Sonia.
Y se levantó y salió de la bañera. "¿Tienes
frutas?", preguntó. Él le dijo que
sí, que en la cocina había frutas de todas las clases
posibles. "Soy
un come frutas", dijo. Ella le preguntó
dónde había una toalla que pudiera usar. Unos minutos
más tarde, él salió de la bañera, y
Sonia estaba sentada en el comedor, comiendo frutas y escribiendo
en su laptop.
Él no quiso interrumpirla. Su
laptop estaba al otro lado de la mesa. Se sentó
y empezó a escribir uno de los libros que se había
propuesto terminar ese fin de semana. Ninguno de los dos dijo una
sola palabra por ocho horas. Seguían escribiendo, como si
ese fuera el último día de vida que tenían
para escribir y terminar sus proyectos de libros. A las nueve de
la noche, sintieron hambre. "Debemos
comer algo", dijo Randy. Cerca había un
restaurante chino que los dos conocían. "Podemos
ir al restaurante chino", respondió ella.
En el restaurante empezaron a dialogar de lo sucedido entre los
dos ese día. Los dos estuvieron de acuerdo que los Reinos
del Amor se habían aposentado en sus sentidos. Solo les dieron
la bienvenida y los dejaron descansar. Los dos tenían todavía
muchas historias más para escribir antes de terminar sus
proyectos de escritura. Al regresar al apartamento, caminaron agarrados
de las manos. Parecían dos palomas jugando al escondido con
la brisa, y el tiempo, y el espacio y el amor recién descubierto.
Caminaban silentes, mientras pensaban que los reinos del amor son
caprichosos y escurridizos. Ellos se conocían por tres años
en el parque hablando de la escritura de libros, de personajes,
de escenas. Nunca pensaron que los reinos del amor se encontraban
escondidos en una bañera de burbujas de mango. Y que la música
de relación y meditación también puede llevar
por los caminos del amor. Frente a la puerta del edificio del apartamento,
Sonia se acercó y le dio un beso en la boca.
Él respondió el beso. Dentro del apartamento, se sentaron
de nuevo a escribir. Escribieron toda la noche sin decirse ni una
sola palabra. A las cuatro de la mañana del domingo, Randy
comentó que había terminado uno de sus libros de cuento.
"Yo
terminé ahora mi novela", respondió
Sonia.
DE AMOR Y DE SUEÑOS(RELATOS CORTOS) |
Selección de relatos de ©
Hector Wilians Zorilla, cedidos por deferencia del autor,
para la revista mis Repoelas:
Los sueños de María
~:~ Un Baño de Burbujas Revelador
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