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relato de Ángel M. Alcalá

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(sin título)




Aunque me haya parecido siempre lo contrario en realidad jamás he caminado solo porque mi sombra me acompaña siempre a todas partes hasta en los días más nublados hasta en la oscuridad de la noche más negra ella me guarda me orienta abriéndome camino a través de la jauría escucho sus palabras que suben por mi garganta con ecos de sulfuro atravesando las galerías más profundas que se esconden en mi interior que ni siquiera yo conozco donde solamente hay frío, salitre y silencio pero es su voz un aliento ácido un vaho de aguardiente y bilis con olor a tabaco como la risa de un viejo loco borracho que se mea en las puertas de las iglesias duerme en los nichos de los cementerios y sólo sabe decir verdades sin mirar a quién hiere porque no le importa porque no hace daño la voz de la conciencia más que un azadón abriendo fosas nuevas a las que nadie pondrá lápida mi sombra es gabardina que me envuelve y me protege de otras sombras porque soy solamente suyo nadie más tiene derecho a castigarme nadie más puede pisarme y golpearme sólo ella nadie más tiene derecho a maltratarme y ella no consentirá que nada me haga daño porque soy suyo y de nadie más y son mías las piernas que la mueven por el mundo míos los brazos que blanden navajas y destapan botellas de alcohol para saciarla y a cambio ella me revela los entresijos de la especie humana me advierte sobre sonrisas que cortan como cuchillas guiños cómplices que en realidad son mal de ojo y besos que absorben el alma para después escupirla al suelo con desprecio ten cuidado -me aconseja- con los que dicen que saben lo que te conviene si no han perdido al menos un ojo por tu culpa ni te han visto vomitar por las esquinas no cojas el billete que hay en medio de la calle no mires atrás cuando te pidan que te quedes no des de comer a cuervos que no te hayan velado mientras delirabas sobre el cabecero de tu cama hazme caso sólo yo estaré contigo cuando todo arda y yo sé que mi sombra nunca beberá mi esencia del todo porque necesita de la luz para ser sombra para sentir como palpita dentro de su propia substancia y mientras ella viva vivirán mi culpa y mi conciencia clamando por un plato de comida y un refugio donde pueda descansar a salvo la esperanza.

Relato seleccionado por el escritor© Ángel M. Alcalá, para su publicación en la revista mis Repoelas:




Poesía


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Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras