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QUIÉBRESE
entre relámpagos el cielo,
deshaga el firmamento los pedazos
al rayo resistentes y en sus brazos,
préndalos juntamente con el suelo.
Lleva noche dolor mi desconsuelo,
porque garza o paloma apenas lazos
olvidada pudiere de sus pasos
perderse en la memoria cada vuelo.
Mas de la mar se duerme aquella nave.
Y de mis labios supe que no sabe
si besé, la sazón de mi tristeza.
Como cuerpo con su alma despereza.
Viento y nave entre sí y la mar contienden
y ambos por entenderla no se entienden. Cuadernos
del ángelus (1992)
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