Ya sé, me contradigo,
como un hombre sentado ante su propia fotografía:
me mira mi mirada.
Los dos que somos pensamos a la vez
pero ninguno... el tiempo ha dicho las palabras
que cubren el silencio
desde el que sin querer nos contemplamos.
¡Que aventura la de verte yo, recuerdo en carne,
y que aventura la de adivinarme tú, profeta injusto!
|