PARA
AQUEL ZOÓLOGO ALEMÁN QUE BUSCABA ANIMALES MONSTRUOSOS
(DEL
LIBRO ALLEGRA BYRON, 1993)
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La ciencia pudo ser el arma de tus manos,
tu instrumento. Pretexto:
La magia era tu meta,
perseguiste su sabia con la sed
de todos los desiertos,
ávido de esa luz que sólo brota
de la raíz del pozo más oscuro.
Elefante-luciérnaga,
pez que huye por tierra
con pies inexplicables,
y ese animal tan negro, tan feo, tan humano,
que gime y casi llora cuando se le acaricia.
Dime,
ante el horror del monstruo,
¿sentiste escalofríos?
¿te atormentó el placer?
¿tuviste pena?
Quizá llegaste a amar, acas, digo,
el labio leporino de aquel pájaro
o el corazón sufriente del bicéfalo
y viste en ellos
al hijo indescifrable del dolor
con tus gafas del siglo diecinueve.
Diste a esa frente tuya que escalaba
las cumbres más nietzscheanas
un tenebroso oficio,
en ello te hermanaste con todos los poetas,
porque el monstruo
es el misterio profundo de la vida.
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