Palabras
incendiarias arrasan mis venas.
Te siento en la lejanía
hermosa y serena
como un rumor que nuca se acalla
como la hiedra trepa a las barandillas
de tus deseos.
Tan adentro
y a la vez,
lejos, muy lejos.
Allí donde el malecón rompe con el mar
y el mar ya no es mar ,
es negrura salvaje y viscosa.
Allí donde tú y yo no somos nada,
apenas sombras difusas a contraluz
mapas desteñidos por el tiempo.
Allí entre tu cuerpo y el abismo
nacen y mueren las palabras que te escribo.
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