A
empellones el sol se hace entre las nubes
y vencedor ilumina y calienta con pasión de sabio otoñal.
Más allá, los rosales ofrecen sus flores tardías,
se regalan, está en su “ser” ser agradecidas.
Mientras las parras ornan el verde
con sus hojas tostadas casi perdidas.
Dulce Pontes es la banda para esta mañana de sol
picante
promesa de tormenta vespertina.
Su ritmo acompaña a los cuerpos perezosos prestos
a dejarse llevar
por ese calor que algodona y mulle los huesos,
librando al corazón del cansancio antiguo.
La despierta, con ojos de niño ladrón de
manzanas y uvas del vecino,
y le ofrenda zumos sagrados de frutas recién cogidas.
No se dicen nada. El “te quiero” flota en el
aire de esta mañana de otoño
sereno y urgente como su deseo.