Esa luz, que inunda el vacío y deja ver el aire
entre los pliegues del silencio y de la ausencia,
llena la alcoba de rumores, de recuerdos,
de tantas horas pasadas junto a ti.
Abierta al mar, que espera paciente tu llegada,
sólo tú sabes que, más allá
de la puerta abierta,
nadie, sino el mar, dará cobijo a las lágrimas
vertidas la última noche.
Sólo tú serás capaz de cerrar la puerta
sin violencia,
sin rabia, para que la ausencia presentida sea al fin
presencia serena. Algo así como palabra de elefante
aguardando que la piel, transformada en papel,
acoja la verdad de nuestra historia.
Sólo junto al mar
encontraremos el lugar propicio para la palabra.
*Hopper