Perderse es lo más fácil es la mayor catástrofe,
de nuevo lo has logrado, no te ha costado mucho.
Has vuelto a reincidir,
te encuentras con la piedra que te daña
y te partes los pies al tropezar.
Como un esfuerzo inútil
caerás al mismo charco a deshoras,
desesperadamente.
El engaño te atrapa.
No ajustas a tu tiempo la brisa que te sufre,
reclamas tu derecho a equivocarte
y esperas la señal que te dibuje
una clara salida del laberinto oscuro.
El asco te carcome,
mientras tanto no encuentras
ninguna diferencia
entre tu cuerpo solo, desasistido siempre
y los demás mortales que conoces