Unas mueven amargas su ficha
y me declaran su odio.
Alimentan su envidia rastreando mis quehaceres.
Malversan mis palabras para distraer a los amigos.
Pendientes de cada paso sólo esperan mi caída.
Otras me abren su corazón agradecidas, celebran
mis alegrías y tristezas (si bien prefieren la primeras),
comparten cada logro, acompañan mis fracasos,
acogen en sus vidas con orgullo mi existencia.
Amor y odio, fraternidad y enfrentamiento.
Anverso y reverso de una misma máscara.
La suma teatral de este elenco de pasiones
no deja lugar a dudas:
todas ellas son, cada una a su modo,
terriblemente injustas conmigo.