He
llorado en la brisa de tu pelo
gotas de lluvia y escarcha,
manantiales de mis perlas más íntimas
olas de espuma blanca;
y fuente de roca con su agua mística
suspiro triste al alba.
He llorado en la frágil esquina última
al abrir su velo la madrugada.
No habrá lamentos rotos
al cruzar la frontera la mañana
y el ritmo acompasado de tambores
bordeará la acera de la vida
en secretas miradas.
¿Dónde estará mi pulso
si ya no existe ni el mar ni su playa?