Agonizo,
mi ser sombrío de hielo,
con el alma acongojada
se ha posado en los maderos
solitario y desdichado.
La nieve,
no ha dejado de caer.
Las humeantes chimeneas
sobre techos y ventanas
han blanqueado mi retorno.
Apoltronado,
en un rincón de nuestra casa
contemplo tristemente
los leños consumidos,
mis ausencias sin olvido.
Espero,
que vuelva a mí el calor
y el calor traiga los brotes
y los brotes sean flores
y las musas de colores.
Les decreto como hombre
que aunque el cielo se abra en dos
y prometa nueva vida,
les afirmo con el alma:
no es el frío que me mata
ni las flores que no lucen
ni los versos que no llegan
ni la nieve que aletarga,
son tus labios que me faltan
y de eso,
sabe Dios les juro
de eso,
sí me muero.