Iba tan contenta con mi moño
¡tropiezo! coño que me escoño y me desmoño
no sé cómo me las amaño
pero siempre me las apaño.
No me suscribo a ningún rebaño
pues sola me basto y no me engaño.
Caminito de Logroño
me nace en la espalda un retoño,
¡qué no me creen!
que esto es España
donde a la muerte le recalificaron su guadaña
gran país, donde ya nada extraña
aquí, nadie te engaña
aunque todo te suene a patraña
yo soy amiga de cualquier alimaña
y no me importa que me den caña.
Un tonto, dos tontos, tres tontos...
Preñada de versos siempre me encuentro
y busco cigüeñas para aliviar mis entrañas,
por las mañanas me levanto, como todos, con legañas,
y algunas noches de desengaños
estreñida se me pasan las horas en el baño.
Hubiera querido ser un albañil bien amañado
y construir un castillo para mi alma aniñada
pero sólo fui poeta a bocajarro, que se empeña
en hacer creer en los sueños
y añadiría que nunca dejé de ser niña
tímida, pequeña y risueña,
con buena mañana, que nunca buscó hombre para
compaña.
¡Bueno Manolo! pero esa es la historia de otra historia.
Y mejor no desentraño más de mis memorias
para evitar luego desengaños
les dejo con la eñe de niño que somos todos
los que aún temblamos con un poema.