LA
luna muerta busca noche
entre los charcos,
en los tejados,
inquieta sobre el suburbio
de las faldas y los labios
donde duerme la brisa de los gestos.
Que espere el viento de la almohada,
y la luz de las linternas
y la insignia del silencio
mientras quede oscuridad en los portales.
Venga la libertad con la ginebra
como gota del alba que renace,
secretamente dócil,
a una triste nube de gorriones.