somos
como ese cigarrillo que acabas de fumarte.
La vida nos apura poco a poco
dejando en la calada inconsciente, con que pasan
estos años,
el gusto adivinable de otro tiempo:
Mitad ceniza.
Mitad silencio.
Mas todo queda
pendiente de esa luz que aún palpita
sobre los ceniceros,
ascua rebelde que resurge
como un sueño caliente entre las manos:
Sabiéndose ceniza.
Sabiéndose silencio.