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¿Te he visto alguna vez? Fue en Granada, por mayo,
y yo había descendido del Sacromonte
hasta el mirador de San Nicolás.
En medio de las sombras la Alhambra flotaba
como un enorme buque iluminado,
airosa y altanera. Sobre el techo
de una casa baja dos jóvenes gitanos
charlaban bebiendo sus cervezas, de espaldas
a esa nave de roca. Y parecía
que el tiempo no contaba para ellos,
ni el mundo y su belleza. Entonces te sentí:
en la calma del Albaicín a medianoche,
en mi deseo de quedarme allí por siempre,
en los muchachos y su hermosa indiferencia.
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