No quiero salir de aquí.
Tengo todo lo necesario
dentro del cascarón opaco,
tengo mi alma, fuente de arte;
tengo mi mente, fuente de luz;
tengo conciencia, fuente de tierra.
No puedo salir de aquí
y abandonar los espectros
que cada noche me acunan
y con el relente de la luna
escalofrían mi templada tempestad.
El mundo amanece oscuro
aunque simulen los brotes de sol,
el mundo se ahoga en líquenes
que pueblan las praderas
y yo observo por la escotilla, temerosa.
Debo entornar mi vista,
escuecen en mis pestañas
las sustancias ajenas
que impregnan el silencio
y rompen el continuo sinsentido
de mi latido en condensación.
Salir significa más
que la unión de dos sílabas,
incluso más que el valor de cada monema,
es casi como una redención.
Y de las paredes de mi ser embrionario
obtengo el alimento
la caricia intacta de la eternidad.
Cuánto más dentro
más me pierdo
en mis lecturas
y en desordenes sin explicación.
Salgo, aunque no lo creas,
pero por la otra puerta
una escondida
que sólo abre mi cerebro
co(n)razón.