La luz de la cafetería, esa luz
es blanda para entrar en las cosas,
para cruzar los salones
que una vez dejamos atrás
con todo lo que no pudimos empujar
hasta nosotros, todo eso
que a veces vuelve y nos resulta familiar.
Miro esa luz dando vueltas,
sin principio ni final,
como dirías que hacen siempre las luces,
sus dientes de oro brillando,
dejando a la vista gestos y palabras
que ya no explican nada,
que son solo algo que forma parte
del pasado, una escena
con gente que todavía reconoces
y que pasa sin prestarnos atención.