En el limo de los sueños
me ahogo sin poder expulsar las vocales,
me desespero, me hundo gritando el silencio
de cada consonante, exclamo un sordo eco en el barro,
y asfixiado expío mis pecados en el purgatorio,
nadando en ciénagas, deseando el perdón
del dios que reflejan los espejos.
Nunca me confesé a ti. En mi caudal sin nivel
juntaba nuestro roto corazón
en la mácula del lodazal
sin exigir indulgencia,
ni a tu dios, ni al resto de los mortales.
¿Quién es él?
¿En que muda
oración sopló el alma
nuestra fragilidad?
¿Dónde está tu Dios en esta sinrazón?
Nace en mi boca el tarquín
y ruego que se haga la luz,
que se deshaga el silencio.
Y en esta pesadilla
deseo asirte para salvarme
y reflejarme en la zarca bóveda
y salir de tu molde.
Quita de mí este fango y acúname en tu centro.
Singla mi nao mar adentro al confín de tu remanso.