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Cuando
llegaste a mi vida,
lo hiciste de forma sutil,
ligera cual lluvia de abril,
que no anuncia su partida.
Mi alma entera tomaste,
la elevaste hasta tu cima.
Fuiste pasión que anima,
el corazón que me hurtaste.
Y cuando más perdido estaba
entre tu embrujo y mi piel,
la ilusión de mi sueño escapaba.
Ya no eres sueño, ni miel,
ni aquella mujer que amaba.
Tu partida ha sido cruel.
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