EL VERSO LIBRE, QUE NO SUELTO
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El verso libre, que no suelto,
sobre caballo blanco galopa firme
sin uniforme y campo traviesa,
saludando al preso que en su cárcel vive
libre sin barrotes visto desde lejos,
y visto, también, desde tan cerca.
Ni siquiera el porte los distingue,
y a duras penas un poeta,
cuando llevan el mensaje claro
envolviendo un sentimiento
con la suave seda de la armonía.
El sentimiento ha de ser real,
y vigorosa será su alegría.
Mas, si hubiera de haber tristeza,
que ésta sea intensa,
intensa como una fuerte lluvia
que anega la tierra seca.
Pero ese renglón torcido que parece desprendido
de cualquier página olvidada,
quiere suplantar al verdadero verso vivo
presumiendo, tan simple él, de ser libre,
y sólo arrastra ruido de cadenas.
A macear el tambor llaman melodía
quienes una vez tocaron el aldabón de la puerta
del palacio de la poesía.
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