Me acosté
con la rima dormida bajo el brazo
Y desperté enfurecido por el espanto.
No pensé que las cruces se escogían para los vivos,
Mis ojos cual rodajas de limón eran ácidos.
No pensé que un hombre manchara sus manos para ensuciar
su alma.
Yo niño, vi la muerte amontonada.
Yo hombre no olvido nada, no me da la gana, no quiero olvidarlo.
Yo niño, me espanté.
Yo hombre no olvido nada, maldita sea la hora en que empecé
a odiarte.
Me has hecho pelear con mis rencores
Y he triunfado, piltrafa humana. |