Si tú me
dieras tu sangre,
mi corazón latiría,
y el tuyo estaría alegre
por alargarme la vida.
Yo te daría las gracias
por ser tu sangre la mía,
por no ser indiferente
darme salud y armonía.
¡Que nunca la necesites!
ni esperes un solo día
porque correré a buscarte
para donarte la mía.
Yo no poseo riquezas,
con las que pueda pagarte,
sólo tengo mi nobleza,
y un corazón para amarte.
La sangre va por las venas
y emite bellos sonidos.
Cuando tus obras son buenas
más fuertes son tus latidos.
Si un día me necesitas,
¡tú no dudes en llamarme!
iré corriendo a tu cita
porque viniste a salvarme.
CON
CARIŃO A LOS DONANTES DE SANGRE |