Te abres como
el capullo de las rosas
ardiente con tus pechos a los vientos,
para que la brisa airosa
te obsequie el rocío de portentos.
Pues en ti sonríe la madrugada
cuando te revuelcas en los brazos de la amada,
en el lecho de leñas de llamas tan doradas
que acaricia la aurora a la hora señalada.
En que festivos despiertan los sentidos
por una oda de amor tan inspirada,
que se oyen violines concertinos
aupando a la paloma enamorada.
Para que la albricia de la paz
se extienda majestuosa entre tonadas,
de alegres colibríes con antifaz
cortejando a su prenda más soñada.
Izando espejismos en el aire
de metáforas y tropos con deseos,
de llegar al alma sin desaire
y gozar con el fuego de himeneo.
En lomos de unicornios cromados
por las letras que se niegan a morir,
porque han legado jazmines adornados
libres de la pena del sufrir.
Cuando el fondo de los mares la declama
en voces de sirenas cantarinas,
a ti poesía, la reina de las damas,
en tu trono de laurel y fantasía.
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