¡ Ay señora! De impoluta
estancia
por esta catedral que se levanta con tantos vaivenes
que tiende a regurgitar la esperanza…
Usted quiere creer que tendrá alabanzas.
¡ Ay señora! No espere que temo decirle que
esto es todo lo que tiene.
Ni una letra de más ni un agradecimiento menos
no siga sentada en esa banca,
el epitafio no lleva más palabras.
¡ Ay señora! Que contará cuando esté
a la diestra de él,
como describirá la luz del sol
como detallará una muestra de amor,
como contará lo que es sentir la emoción
de un beso cuando te llega al corazón.
¡ Ay señora! ¡ Despierte que el mundo
es infinito!
Necesitamos que todos vivan en carne propia
lo que es una noche llena de asombros
cuando los manteles se desnudan
entre candilejas de asombros.
¡ No tema señora! Mire como se enciende la aurora
y en la piel el calor aflora
observe como le teme el paraíso a estar en el desconocimiento
de desbordar la pasión en un acto reflejo
donde no puedes dar marcha atrás.
Camine señora, despida este plano donde no quedan
más hojas
de un almanaque que ha llegado a su última hora.
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