¿Quién redobla campanas desde remotos tiempos
como si fuera un volcán entre
sueños?.
¿Quién reclama a la palabra su vestido de
fiesta,
el temblor de sus muslos?.
Huesos genealógicos cavan la negrura del cielo.
Cuánto silencio herido detrás de una palabra.
Cuánto ángel moribundo baja por las lanceoladas
hojas que cimbrean la memoria del mundo.
Desde el fondo mismo del maldito silencio asciende como
un vaho embriagante,
como un ejército reclutado por sentidos ocultos,
cuyos cuerpos se alzan,
entre un mar de tinta y papeles con vías solitarias
y largas.
Un paisaje entrañable, bello y terrible, como la
última mirada de mi madre.