Rosa
Lentini, nacida en Barcelona en 1957 es poeta, traductora,
crítica y codirectora de Ediciones Igitur junto al
escritor Ricardo Cano Gaviria. Miembro fundador de las revistas
Asimetría (1986-88) y Hora de Poesía (1979-95),
de la que fue directora.
El poemario "Fuera
del día", al que pertenece
el poema aquí publicado, cierra la trilogía
que la autora comenzara con "Tuvimos"
(2013) y continuara con "Hermosa
nada" (2019). Tres títulos
que abarcan diez años de vida y de poesía entendida
como búsqueda de una experiencia.
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Todavía no hay milagro,
solo es calor
envolviendo en un sudario húmedo
el
tallo doble
de
la estrelitzia,
y un pulular de élitros y antenas
que añade presión bajo tierra hasta salir
a
la superficie El milagro empieza con el rodamiento
de
las pelotas de estiércol,
las cabezas dentadas y rombales bocabajo
sobre un tiempo que se
recoge,
mientras las agujas del ave del paraíso se ofrecen
a ratones de campo
que
detectan su perfume en el aire
y tan solo la suspicacia
el
camuflaje la invisibilidad
la alejan de las raíces del campo,
transformada
en una intocable mariposa
procesionaria
volando en racimo
pero inacabada, las varias caras de Eva
-manchas
sin un alma
en
el espejo de la protagonista-,
sentimientos agolpados como exilios de los que extraer
de su roscón de pan un rastro de migas
que la conducen
hasta el jardín resucitado en una cueva
donde
descansa como estalagmita,
algo
generado por otra humedad
que
desprende el techo,
duerme allí como cuchillo
como nube de algodón como trompo
muerto
…y por un momento
-bajo
un castigo excesivo
que
ningún manual contempla-,
se recuerda en el hotel de costa en la temporada baja
de un
pasado otoño
frente
al televisor del vestíbulo,
y no es la pesadilla angosta al descubrirse a solas,
la desasistencia
el tumulto del abandono
ni
el arrepentimiento
del
que no precisa el motivo,
sino esa malignidad de miradas ociosas
de
duendes viejos dispuestos al asalto
que
intenta eludir
y que sabiéndola incompleta
la estudian
desde el descansillo de la escalera
o
frente al mostrador de la entrada
…hasta que aparece la noche americana,
la
magia de su relieve satinado
reflejo
de la propia vida
sus
paneles de megafonía
una
constelación de voces hablando claro y alto,
su cabeza
de
reina sorda y muda, absorta
pero
no ciega nunca ciega,
y el sendero que ensancha la escena
de
la elipsis
mientras descubre
el
modo de conjurar
su
único rostro
(…)
En el jardín el atardecer presiona
con
su invasión de grillos,
el ritmo cíclico de las partículas
se
despide en un adiós adiós,
y otras que acercan su hola hola
a la onda piloto de la cabeza ardiente
comprimen
tiempo y espacio,
estructuras
pesadas y masivas
que
se abandonan en la atmósfera
que,
en su nueva ligereza
llegan
rápidas y receptivas
como
el impulso eléctrico
de
una luz
hecha
de sombras
En su cielo imagina a alguien interesado en su silencio
-no
pide tanto como un amor-,
y a manera del poema que hilvana el alma
sin
que sepamos interpretarla
crecen las células, y al dividirse
el
mundo florece, se aglutina,
tiene
hueso, tiene rastro
y
ambigüedad
…la vida perlada, el oído confiado,
por primera vez,
al
detalle de su acorde
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