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Tu caricia se mece en mi piel,
memoria del querer queriéndote a destajo,
efervescente estado abriéndome las ventanas,
de los sueños y esperanzas por tí sembrados.
Me articula los apetitos más profundos,
como un artilugio de pasiones rescatadas,
aventurando las alas a un vuelo de vida,
que, enmudeciéndome grita por mis entrañas.
Se anuncia dulce por las hebras de mi pelo,
provocando anhelos de todos los colores,
perturbando las constelaciones de mi cuerpo,
tentando el sentimiento a sus saciedades.
Cae por la espiral de mis féminas curvas,
hambrienta y convulsa bendice mis labios,
en un remolino cargado de fuego y lluvia,
que se me enfunda con su miel al besarnos.
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