CAFÉ ETERNIDAD
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Para
Ángel Luis Utrera Baza, al hilo de su ron melancolía...
-Quisiera un café con eternidad.
-¿Cómo ha dicho? Mire, tenemos café
bombón, irlandés, café con nata e incluso
con chocolate, pero de ese tipo no hay...pruebe en el bar
de enfrente.
-No, no, me han dicho que aquí se sirve café
con eternidad y ron con melancolía.
-Creo que le han informado mal, pero puedo intentar un combinado...a
ver...¿qué llevan?
-Pues no sé, tengo un par de amigos que se dedican
a escribir, vienen aquí, se toman su ron y vomitan
melancolía en los folios. Cuando están saturados,
se toman un café con eternidad y eso que han escrito
se vuelve perenne.
-No le entiendo.
-Sí, bueno, se toman su ron melancólico, escriben
lo que les nace y después....después eso queda
plasmado, queda capturado en los folios y la gente puede
leerlo.
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-Interesante. Creo que sé de quiénes habla...hay
por aquí un grupo de personas que piden ron los Viernes
por la noche. Beben, conversan, ríen...en ocasiones
también lloran. Traen folios, escriben cosas y luego
se toman café con sal para curar la borrachera.
Al cabo de un tiempo, vuelven con una serie de hojas impresas
que regalan unos a otros. Les llaman libros. Es curioso.
-Pues quiero un combinado de eso.
-¿Es usted escritor?
-No lo sé, pensé que quizá si tomo
ron con melancolía y café de eternidad puedo
serlo.
-Yo le sirvo lo que usted quiera, mas le explico: estas
personas se traen unas petacas, las he visto, y le echan
algo a esos líquidos, la sustancia es incolora, puede
que insípida, yo pensé que se trataba de alguna
droga, o de un antídoto. Nosotros no tenemos el ingrediente.
-¿Sabe dónde podría comprarlo?
-Señor, todos tenemos dentro un poso de melancolía
y un retazo de eternidad. ¿Qué tal si pide
un ron, se trae un folio, escribe algo, y el resto que vaya
fluyendo?
-Así a pelo, no sé....yo no poseo la sustancia
que ellos tienen.
-¿Usted conoce el efecto placebo?
-Pues creo que sí.
-Lo que echan en el café y el ron es aire...ellos
creen que funciona, y por eso pueden crear. Se atreven y
se sienten libres. La borrachera les impide tener miedo.
El café les excita la imaginación. Lo otro
es puro placebo, como el ziritione de los champús.
-¿Lo intento? Bueno, póngame un ron, algo
de melancolía debo tener por ahí guardada,
ayer noche murió mi perro...
-Eso puede servir...algo más.
-Sí, bueno, mi primer desengaño amoroso. Fue
a los cinco años.
-Estupendo, vamos a usarlo.
-¿Y la eternidad?
-Usted pida café, de la eternidad se ocupa el resto.
Las palabras nacen, se asientan y van encontrando su sitio...no
depende de nosotros que se vuelvan inmortales. perseguimos
el mismo sueño.
Siéntese, escriba con las tripas...Cuando haya terminado,
léalo a los amigos con unas tazas de café
delante, frente a una lareira de piedra.
Para ellos, será eterno. Eso es cuanto debe importarle.
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