“Cuando amanezco entre tus brazos, vivo",
me susurra dulcemente al oído,
tu fiel corazón en cada latido,
por el nocturno placer convulsivo.
También a tu amor persisto cautivo,
apego que con mi existencia cuido.
No existe pena, por fin ha partido;
hoy, de la soledad soy fugitivo.
Sin importarnos la maledicencia,
sin lazos de calumnias, atender
disfrutaremos nuestra efervescencia.
A mi amparo clarea tu querer,
las letras de tu piel me dan su anuencia
para el libro de tu pasión leer.