Las
castañas que caen de los árboles sirven como
alimento para los muertos en un sueño en el que siempre
veo a Jesús atormentado.
Un reloj de arena y Eco.
Consumida por el desamor va desapareciendo hasta ser solo
voz.
Él siempre fue el amor fugaz de una pompa de jabón,
mi calavera rota y llena,
de melancolía.
Creció en una mezcla de sangre y lágrimas, no
para de gotear.
Eco canta y llora.
Una brújula señalando a casa.
Una rosa me clava una espina en el dedo. Eco grita y ladra.
Delicada como una flor,
ya no tiene vida. Eco me abraza.
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