Si se burlan será porque no me conocen.
París, ocho de mayo del cuarenta y cinco.
Vuelan la penicilina, la vanguardia y las canciones.
Risas y escotes internacionales saludan a la cámara.
Juntos han conocido el miedo y los piojos.
Entrar en la asamblea no era un juego, camaradas,
ni la lucha de clases. Burgueses por destino,
lo que sigue es el final de su propia burguesía
y a ver cómo se lo decimos a papá.
Elogian mi corbata, se fuman mis cigarrillos,
Y los tuyos, qué tal, chaval. Son los míos.