Sentado frente a ti observo tu silencio…
                        Mientras, el humo de mi cigarro, también silencioso, 
                        me observa a mí.
                        Las luces de neón de la cuidad me recuerdan que 
                        aun no ha amanecido.
                        Y yo, recordándote, enciendo las de mi alma queriendo 
                        que nunca amanezca si sigues observándome.
                        Una noche eterna es lo que deseo...
                        eterna como el movimiento de este humo que parece vuela 
                        hacia donde estas.
                        Déjame mecerme en tus sueños, robarte las 
                        distancias,
                        que juro volver dulce el sabor amargo de tus momentos 
                        más oscuros,
                        momentos arrancados de mi alma, momentos que te pertenecen
                        momentos que no son tu, que solo los conocen nuestros 
                        ojos
                        y que por siempre parpadearán al mismo son,
                        sin miedo...y aterrados.