Abrazo enredaderas
y bosques amarillo palpitante
y cosecho quimeras,
me enrosco equidistante
y brilla mi epidermis de diamante.
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Me siento poderosa,
un germen imposible de latido,
cual pétalo de rosa
florece mi sentido
y emerge de mis hojas un aullido.
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Meriendo savia nueva
y eclosiona en mi ser la clorofila,
renazco si se eleva
la flor de loto y tila,
el sol como ilusión de camomila.
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Arranco las raíces
sedientas de la entraña de la tierra
y me crecen varices,
y en mis huesos hay guerra,
mi aliento venenoso desentierra
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cadáveres de flora,
y el humus tembloroso del pasado...
Marchítase el ahora,
y el bosque, acuclillado,
contempla cómo crece mi legado.