Rasga la noche un lamento;
profundo, triste, melancólico.
Aúlla rabioso a la luna,
que impávida en su manto de estrellas,
ilumina unas lágrimas frías,
talladas cual perlas negras.
Perlas que buscan refugio
para no mostrar su pena.
La luna sobre el mar riela,
la niña suspira profundo,
no quiere volver a un mundo
en el que ya no hay estrellas.
Cae la noche.
La luna baila su danza eterna
y el lucero del alba,
que al compás despierta,
cuando la luna se cansa de bailar descalza,
vigila a la niña que ahora ya calla.
'Duerme
niña,
que despunta el alba
y la luz del día
curará tu alma.'