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                 Suena 
                    el despertador, te giras y tu cuerpo desnudo 
                    -las siete en punto- 
                    traza una interrogante sobre las sábanas 
                    Recuerdo la tarde de compras 
                    Te gustó aquel anillo barato. Cada primavera compro 
                    uno nuevo, dijiste 
                    Como los árboles, como la naturaleza  
                    te renuevas, imitas sus ciclos, pero sabes 
                    los árboles también mueren 
                    acierto a pensar con dolor  
                    mientras desayuno 
                     
                    La fruta y los mendigos  
                    maduran rápido 
                    envueltos en periódico 
                    Me asalta la idea 
                    cuando veo a ese hombre tendido  
                    en el portal 
                    junto al cajero automático, tan pobre, apenas 
                    a un par de metros 
                    de tantísimo dinero 
                     
                    Una oposición -el cajero y el mendigo- 
                    sin posibilidad de síntesis 
                    Es duro 
                    muy duro 
                    como acampar a las puertas del paraíso 
                    y mirar día tras día  
                    su esplendor inasequible 
                    a través de una ranura 
                     
                    De camino, en el coche, he tropezado 
                    una carroña en medio de la carretera y  
                    alrededor de ella, un puñado de grajos 
                     
                    En el instituto he hablado de Tales 
                    de la semejanza, de la hipotenusa del triángulo  
                    de catetos la unidad, ese número incomprensible 
                    para los pitagóricos -esos señores que no comían 
                    habas, lo que no les cuento a mis alumnos es el porqué 
                    porque las habas huelen a semen y eso les recordaba 
                    al sexo, algo más irracional si cabe- 
                     
                    A la vuelta, donde antes había un cadáver 
                    no quedaba nada, apenas un rastro de sangre 
                                      
                            y vísceras 
                    Reconfortado, he pensado en la naturaleza 
                     
                    y en su perfecta ordenación 
                    los grajos y yo  
                    cumpliendo nuestro trabajo 
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