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UNA MANO
la misma que en la noche,
anidará en el párpado vacío del suicida
será la que conduzca
mi nave hacia el abismo.
No debes olvidarlo:
Un navío es un párpado que crece
y no sabe mirar.
Al embarcar lo sabes.
Mientras navegas
hay siempre un hombre
al borde de ti mismo
que extiende incansable su mano
para salvar a dios.
Un dios de cartón arrepentido.
Un dios suicida. |