Acaso
la enseñanza
no consista en otra cosa que no sea
girar fichas.
– Llamémosle fichas a las palabras-
Embadurnar
con trocitos de abrazos los fonemas
que nacen de la aurora
sin columnas de cieno.
En nombre de la aurora ser simiente.
El magisterio del verbo duele, pero eleva,
lastima, pero ensancha,
une puentes y cose,
como una hermosa madre
las calcetas del logos.
Riega y abona.
El magisterio que hay en ti, amiga,
apela a la pizarra de tus días felices,
niega las cadenas,
se icariza y pinta alas a los pupitres del sueño,
siempre es un quijote y Liberta.