Saberse
viento y no poder ser mar,
sentirse polvo y desear ser voz.
Vestir de sueños los días sin sol
desliz del aire, miedo a respirar.
Ahogar la pena en lágrimas de bar,
jugarse todo a una carta de amor,
pasar las hojas blancas del dolor,
volver a ser pie que no sabe andar.
Enredos del deseo en dedos muertos,
naufragio seco de un inútil barco,
ajeno robo de un ladrón sediento.
Servil sarcasmo de un orgullo inquieto.
Envidia de los besos que han sellado
el pacto del fracaso y el silencio.