|
No
soy hija, nieta, ni hermana de nadie;
no es que no me honre, sino que me asfixia.
Acostumbrados a creer que tenemos que aceptarlo todo,
callarnos, gritar organizado, sufrir ajeno,
disfrutar circo, arrogancias y cada vez menos pan,
avistamos al infinito y al arcoíris con estupor, silentes.
¿Quién nos mata la esperanza, quien aprovecha
nuestra existencia?
Amenazas con la irradiación cuando ya casi somos zombis.
Mire usted
Yo no quiero ser parte de esta miseria, de tu crimen,
de esta infinita matanza de pensamiento y de espíritu;
me delimito, y silbo, y grito, cuando quiero y cuanto quiero,
porque puedo.
No soy hija de nadie, ni protectora de falsos símbolos.
Soy yo, me he ganado este derecho por nacimiento.
|