El 
                    señor del tiempo sentencia
                    que aquí, en mi país,
                    el invierno será más grave que en Estocolmo,
                    
más certero,
                      más cruel,
                      con más puntería,
                    que hará tanto frío aquí donde no 
                      llega tu mirada,
                      ni la prolongación de tu abrazo después de 
                      necesitarlo tanto,
                    que a pesar de que el sol saldrá
                      apenas será un abrazo leve,
                      una mano sin un cuerpo que buscar bajo la ropa,
                      un triste beso en la frente.
                    El señor del tiempo sentencia
                      que el temporal no cesará sobre el mapa,
                    que será imposible
                      disolver diciembre en una sopa caliente,
                      resolverlo en una lluvia tras el cristal,
                      distraerlo en una cama para dos.
                    El señor del tiempo sentencia
                      que aquí, en mi país,
                      que aquí, en mi ciudad,
                      que aquí, en esta calle,
                      bajo este techo,
                    el invierno será mucho más grave que en Estocolmo,
                      más certero,
                      más cruel,
                      con más puntería.