Dorada y dulce como una naranja
abres las páginas del libro
entre los lirios tiernos
de la laguna blanca de tus manos.
Inclinas la cabeza y lees los versos
igual que el girasol los surcos de la tierra:
el fuego contenido de las brasas,
la magnolia de un eco de tormenta,
la historia de mi corazón escrita
con el amor que alienta el desamor.
Hay palabras escritas en las venas,
en el vacío de quien busca una respuesta.
¡Verónica, al oír mis palabras en tus
labios
confieso que sentí el temblor de mariposas
que siente el alba con la flor del cerezo!
Con ojos húmedos me miras a los ojos,
y en tu mirada me habla la Luz, el enigma
oscuro de la Luz,
ese lenguaje de luciérnagas
que nos acerca a lo invisible, y crea el Mundo
que nos salva del mundo.
¡Rosa de mayo, conocerte es florecer,
y celebrar la vida desde la Belleza!