Hoy no abarca la noche tanto día.
Se escondieron las luciérnagas en los pantanos del
silencio,
huyeron las lechuzas de los árboles que siembro en
la bañera
donde se lavan los sueños que nunca soñamos
para que nadie piense,
que pude cazar luciérnagas al son
del canto ebrio de un búho.
Hay un toro tras las cortinas del salón
me mira como si yo fuera la luna
reflejada en el lago de la cocina
donde guardo los te quiero que nunca te dije,
entre los platos de las alacenas.
El toro, se sube a los rieles si le miro de frente,
y si le ofrezco mi mano, lame las penas
que cicatrizaron como papel pinocho.
No me teme, no le temo. No en esta noche
que no abarca el día
y las luces de la calle sufren
por el aire lujurioso que expiran las alcantarillas.
Y aquí estoy yo. Paseo por mi casa como si me fuera
ajena
descubriendo vida en los rincones,
donde ensayan una bachata las sombras
para recordarme
que la vida siempre, nos invita a bailar.