DEJARSE la piel y la sangre
en cada poema que escribes:
lo mas fácil de todo este maldito juego.
Sin embargo,
ya verás como te acusan
de llevar tú el arma
que ellos empuñan...
Lo difícil es que nadie te siga:
ni bufones
ni odios
ni traidores
ni envidias,
porque eres
peligrosamente libre.