Muchacha
en bastidores, cubierta de oropeles,
de lunas de papel,
vestida en la mañana siempre verde y azul.
En tus manos,
tan cuidadas manos,
celosamente guardas tus escritos, tus cuitas,
en repletas carpetas de colores y versos
y tantas ilusiones…que sorprenden y aguardan.
El ángel
de la noche, presuroso,
y de afilado alfanje,
llegó por la ladera vestido de naufragios.
Insistes,
y arremetes por la senda de abrojos.
Y tú, frente al espejo, frente a la orilla siempre,
frente a frente al destino adivinas que sabes,
porque sabes seguir sobre los pasos trémulos.
Muchacha
siempre así, siempre a babor,
por la senda invisible que adivinas.
Y son tus
pasos huellas por donde andar descalza.