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Aquella
primavera dorada que se hizo eterna en tu mirada, aquel recuerdo
que se hizo borroso en tu frágil memoria, que vislumbras
como una luz entre tus sombras, nada sabes, nada quiere saber,
solo te gusta caminar bajo el sol, mojar tus desnudos pies
en la orilla del mar, sentir el abrazo de un amor, querer
ser siempre única en un mundo vulgar, despertar a la
vida como en un sueño que te se va escapando y del
cual eres ajena. Tus manos están atadas a la tierra,
pero tu mente vuela alto, buscando la libertad; el universo
se hace pequeño ante tu deseo de amar, y aunque no
eres dueña de nada, estás satisfecha contigo
misma y nada te hará cambiar.Piensas que no elegiste
nacer, pero deseas vivir porque es lo único que te
hace soñar, sentir emociones, que nunca creíste
que pudieran darte vida, reír, amar, imaginar. fantasear
con la realidad, y creer que a pesar de todo mal, es preferible
haber nacido que la nada.
Caminas con los ojos bajos por la ciudad, y ya no puedes vivir
sin su incesante ruido, recuerdas vagamente a veces y con
toda nitidez , tu primera infancia rodeada de naturaleza,
el bosque qué te parece tan mágico que te da
serenidad; eres cautiva de tu afán de libertad, eres
“prisionera” de los gratos recuerdos, y de los
sueños rotos, pero nada sabes, nada quieres saber de
los que te hirieron. Rompiste las cadenas que te ataron a
una triste realidad, y ahora sigues caminando por la vereda
de tu verdad, sin nadie a quién decirle, que amaste
con tal intensidad que tu mundo fué otro y otra tu
realidad.Pero se rompió el hechizo, y tu esencia se
perdió por el camino de la sin razón, para volver
a empezar un camino sin destino y sin ninguna finalidad.
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