Era
el verano del 1967. Para entonces Juanito tenía siete
años y pasaba muchas horas jugando en el patio de la
casa. Allí Juanito pateaba el balón de fútbol,
arrastraba el camión “Tonka” por el huerto
de su mamá y conversaba con su amigo a quien él
llamaba Cantarín.
Según decía Juanito, Cantarín
tenía la piel gris, orejas enormes y la nariz exageradamente
grande. También era cantante. Le gustaba las canciones
de los Beatles, Rod Steward, John Lennon y algunas más.
Juanito amaba la música. Su mayor
deseo era algún día ser un cantante famoso.
Cantarín conocía el anhelo de su amigo y un
día decidió compartir su conocimiento en la
música con él. En poco tiempo los dos amigos
disfrutaban los días del verano jugando en el patio
de la casa, así mismo cantando sus canciones preferidas.
“Imagine”
de John Lennon, era la canción favorita de Cantarín.
Decía que aquella canción le causaba paz, sosiego,
tranquilidad y para sentir que vivía en un mundo perfecto,
sólo tenía que imaginarlo.
Así que entendiendo Juanito el mensaje
de su amigo Cantarín, él entró a la casa.
Dirigió sus pasos hasta la habitación. Allí
se ubicó junto al marco de la ventana, observó
a su lado, y colocó la mano izquierda sobre la espalda
de su amigo. Ambos mirando a través de la ventana,
al horizonte, imaginando un mundo perfecto como la canción
“Imagine” de John Lennon y, como la propia existencia
de su amigo Cantarín.
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