En
la quietud de tus aguas cubro el viento
con las cuerdas del acantilado...
Un rayo de sol invita a las gaviotas
de plumaje blanco y ceniciento,
a volar más allá de la línea natural
de esta distancia que no comprendo.
Accidente geográfico,
expuesto a la erosión de tu silencio
y al desgaste de mis labios mordidos
en un intento fallido de callar tu nombre.
Los ojos acusan la intensidad de tu fuego,
fijan el timón de la mirada en una roca apurada
por quebrar la armonía de este amanecer sin ti.
El viento del oeste juega con mi pelo
trenza pensamientos con suspiros
cuando los brazos reciben el baile de tus besos,
perdida la tela de mi vestido.
Sandalia sin pescador,
frente al mar que todo lo puede,
sé del bello color de tu coral
al trasluz de mi piel abandonada
|